lunes, 23 de marzo de 2009

IV. La polarización global

Cítese este artículo como: Saldaña-Zorrilla, Sergio O. (2008). Dualismo y polarización histórica en Iberoamérica. Revista El Cotidiano, No. 149, Universidad Autónoma Metropolitana, Azcapotzalco. ISSN: 0186-1840. Ciudad de México.
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La polarización social ha pasado de ser algo nacional y regional a ser algo global a partir de la segunda mitad del siglo XX. La era global no inicia sino hasta luego de que Fernando de Magallanes atraviesa el Océano Pacífico. Si bien ya existían dualismos desde ese entonces, estos habían sido sólo confrontaciones en y entre limitadas regiones. Aunque en España y el resto de Europa el dualismo entre partidarios del Estado centralista y el republicano subsiste, ello se ha ido alejando de la polarización a medida que la democracia ha sido exitosamente implementada y la economía ha crecido y se ha estabilizado.

El triunfo protestante en la guerra Austro-Prusiana trajo consigo el avance de las instituciones republicanas en Europa Central. La intervención (de la monarquía) francesa en México es el último intento europeo por impedir el ascenso republicano en el continente americano, cuya propagación hacia el sur era visto por las monarquías europeas como inminente una vez los confederados ganasen la guerra de secesión en los EUA. Y así sucedió.

En 1866 los confederados y los prusianos ganan sus respectivas guerras, debilitando la posición centralista a ambos lados del Atlántico –una esclavista y la otra monárquica. Ello explica buena parte del triunfo juarista y el retroceso de la iglesia católica y sus principales instituciones en México y, posteriormente, en otras partes de América Latina.

La primera guerra mundial sería la resolución de esa polarización. Si bien esa guerra implicó actores de tres continentes, su causa prima proviene de una polarización regional. Por su parte, la segunda guerra mundial resolvió otra polarización pendiente al interior de las elites del poder: la de judíos y cristianos, básicamente reducida a Europa y tangencialmente a América.[1]

Luego de las dos guerras mundiales el mundo parece alcanzar una especie de acuerdo de coexistencia entre católicos monárquicos y protestantes republicanos –luego de la primera guerra mundial-, así como entre elites judías y cristianas –luego de la segunda. Sin embargo, la primera polarización de alcance global en la historia de la humanidad es la Guerra Fría, luego de cuyo desenlace queda al descubierto que, afortunadamente, la ausencia de un componente religioso no le permitió alcanzar un arraigo meta-económico.[2]

Lo prolongado del estallido de la lucha entre conservadores y liberales en Iberoamérica desintegró tanto a sus sociedades que abrió la puerta a intervencionismos extranjeros. Así, los Estados Unidos se hicieron de la mitad del territorio mexicano en 1848; Francia ocupa México entre 1864 y 1867; Estados Unidos gana la guerra Hispano-Americana en 1898,[3] poniendo a Cuba, Puerto Rico y la Republica Dominicana bajo su dependencia; así como a lo largo del siglo XX los EUA además financian la contra-guerrilla en Centroamérica, apoya dictaduras militares en el resto de Latinoamérica y promueve el bloqueo a Cuba.

Ese marcado intervencionismo de los EUA en Iberoamerica se ha servido de la polarización interna en estos países, en muchos casos contribuyendo además a incrementarla. A pesar de todo esto, la oposición a los Estados Unidos en Iberoamérica, con la excepción de Cuba y Venezuela, se reduce actualmente a más bien un llamamiento al fortalecimiento del multilateralismo, muy distante de la confrontación. La oposición y crítica de Cuba a los Estados Unidos son más bien simbólicas por la poca amenaza militar que representa la isla. La adhesión del gobierno de Venezuela a esa postura parece serle benéfica tanto para sostener su popularidad interior, como para ganar mayor protagonismo geopolítico. Sin embargo, eso tampoco representa una confrontación real por lo comprometido del capital venezolano con el estadounidense –así como con el europeo y de algunos países iberoamericanos. No así la creciente polarización y confrontación entre Oriente y Occidente.

Ese dualismo Oriente-Occidente, que hasta la mitad del siglo XX no poseía un alcance global, ahora está volviéndose rector del equilibrio geopolítico. Ello comienza a traer consigo brotes de activismo no sólo internacional, sino al interior de muchas sociedades occidentales, en especial de aquellas con grandes comunidades musulmanas y judías, en las que el activismo proviene de ambos bandos. El riesgo que ello implica es el de hacer todavía más compleja la gobernabilidad al interior de estas sociedades por la aparición de nuevos actores políticos con demandas crecientemente supranacionales. Dicha polarización global parece sólo podrá resolverse pacíficamente a través de más que el fortalecimiento del simple multilateralismo, sino por medio de la instauración de una verdadera democracia multinacional que nos aleje de la dictadura global a la que nos estamos encaminando.


N O T A S
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[1] Además de los deseos expansionistas japoneses, situados más bien al margen de esta polarización.
[2] Los fundamentalistas del libre mercado y del marxismo-leninismo son, también afortunadamente, minorías que no logran adoctrinar a las masas a pesar de su afanosa labor evangelizadora.
[3] Mientras a la pérdida de las colonias españolas en América Latina fue sólo indirectamente apoyada por Inglaterra, la guerra hispano-americana significó la pérdida de las del Caribe y el Pacífico Occidental de manera directa por los EUA.

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